La publicidad subliminal lleva más de un siglo entre nosotros, a muchas personas se les hace difícil verse manipulados por el subconsciente a través de estímulos que no se ven. Pero la verdad es que existe y se usa por publicitarios, cineastas, cartelistas y en otros canales de comunicación. Basta, por ejemplo, con buscar en la red los mensajes subliminales de las películas de Disney y, la verdad, nos daremos cuenta los mensajes que llegan a nuestros infantiles.
La controversia de la eficacia y moralidad de este tipo de acción lleva décadas discutiéndose en los más especializados foros.
En el 400 a.c., ya Demócrito sostuvo que “mucho de lo perceptible, nosotros no lo percibimos” y hace 2250 años Aristóteles estudió los impulsos inadvertidos que recalaban con posterioridad en nuestros sueños.
A lo largo de la historia son muchos las pinturas que han dado mensajes más allá del fin al que se destinaba, Leonardo Da Vinci fue uno de los genios más destacados en este sentido.
Pero a finales del siglo XIX y principios del XX, es Sigmund Freud y sus colegas los que trazaron, a través de lo consciente y subconsciente, lo percibido y no, toda una teoría sobre este tema y, como no, aquellos que tienen necesidad de vender a través de las imágenes y de impactos visuales, los publicitarios, aprendieron la lección.
Si hay un cartel de aguardientes del que cazalleros nos sintamos identificados, no sólo por su belleza sino porque, aunque de principio del XX(1910), fue reeditado en los ochenta y lo podemos contemplar en numerosos bares y restaurantes es el de Anís del Clavel.
Seguramente adquirido por catálogo a un comercial de la prestigiosa imprenta de Simeón Durá de Valencia, especializada en naipes y cuyo autor es Carlos Váquez Úbeda (1869-1944), pintor, ilustrador y cartelista manchego que cultivó el paisaje y el género costumbrista. A pesar de su reconocimiento internacional, tuvo que cumplir contrato con Simeón Durá durante numerosos años, los carteles se pueden ver pulsando aquí.
La modelo es su esposa o la hija de su gran amigo Perico Ribera, también pintor, ambas aparecen en numerosos carteles publicitarios.
Angel Lorenzo, destacado empresario, escogió esta ilustración para publicitar sus afamados anisados, se desconoce si sabía que ya la publicidad contenía mensajes subliminales, pero lo cierto es que el cartel lo contiene y de qué manera.
Llevé el cuadro a mi profesor de Marketing de la Facultad de Económicas de Sevilla, , su veredicto fue inapelable: “es una joya de la acción subliminal publicitaria en sus inicios”. Vamos a desglosarlo.
Obsérvese como la mano derecha de la modelo señala a dos angelitos que soportan una bandeja con dos botellas de anís, uno de ellos sujeta entre sus piernas un tejido (cortina, balconera, pendón…) terminado con la imagen de un miembro viril en toda su forma y color.
Un dedo de su mano izquierda señala la entrepierna, aunque simula que la misma recoge el vestido, pero si es así ¿por qué lo hace con el dedo índice fuera y señalando?, comprobad y observad como nuestras mujeres para esa función utilizan la mano entera.
Finalmente, la modelo pisa una bola del mundo a título de control, mando o pertenencia. Se puede pensar que nos está diciendo:
CON ESTO Y CON ESTO, SOY LA DUEÑA DEL MUNDO
Y orgullo debemos tener de lo avanzado de nuestros empresarios entonces en Cazalla, donde teníamos industrias manufacturas de aguardientes, maderas, corchos, vinos, miel, garrafas, tejidos, artesanías, etcétera, una clase empresarial potente. Lástima que a partir de finales de los años 30 desapareció, ¿por qué?, bueno, esto daría para mucho. Pero, a principios del siglo XX, ahí estaban, adoptando nuevas tendencias en la comunicación y siendo pioneros de lo que a continuación ha sido objeto de gran debate y prohibiciones, pero que aun así, se sigue dando.
Habrá quien se resista al entendimiento de lo subliminal, quien lo cuestione, pero una cosa debemos tener clara, si el estímulo que nos mandan, lo vemos, deja de ser subliminal o como dijo Galileo entre labios después de mentir en su juicio: «…y sin embargo, se mueve»
En mi slideshare podéis ver ejemplos más actuales sobre impactos subliminales, claro que ANTES, FUE EN CAZALLA.
Domingo por la mañana, en mi placita cuatro cantillos, tras un café, prensa y distracciones comentarias entre amigos, delante un petunia de Clavel, el mío lo pido abocado, mitad dulce, mitad seco. ¿Gustas?